sábado, 5 de febrero de 2011

Red (2010)


Frank, Joe, Marvin y Victoria, son cuatro agentes especiales ya retirados, a los que la nueva administración de Whasington desea ver muertos. El motivo: eran los mejores agentes de la CIA, pero saben demasiado.

Miedo da cuando Hollywood dice poner la carne en el asador para adaptar un cómic, digamos, peliagudo. Hablando siempre de fidelidad, o lo más parecido a la misma, pueden salir cosas buenas como Kick-Ass (2010), pasables como Wanted (2009) o directamente hirientes como La liga de los hombres extraordinarios (The League of the Extraordinary Gentlemen, 2003). Lo que la regla general dice, es que, mejores o peores, igualarse (ya no digamos superar) al original de las viñetas es tarea prácticamente imposible. Aunque mucho ojo, porque Sin City (2005) o Watchmen (2009) abrieron camino para ello. Y repito, hablo de adaptaciones de cómics difíciles de llevar al cine. Todo esto viene a cuento porque Red es un nuevo caso de adaptación-suicida. Como tal, sus responsables parecen haber tomado el camino fácil (y poco satisfactorio) de apartarse del modelo original para hacer una comedia de acción del montón.

Eso es lo primero que a uno le pasa por la cabeza. No el estar viendo la adaptación de aquel cómic (en España titulado Retirado extremadamente peligroso), de la casa DC y creado por Warren Ellis y Cully Hamner. Red, la película, es una buddy movie suavecita y desenfadada para pasar la tarde. Como tal, cumple sus objetivos; es moderadamente entretenida; tiene buenas escenas de acción (aunque pocas); tiene alguna situación con gracia; y tiene protagonistas con carisma. No iba a ser menos, esto último, con un reparto encabezado por Bruce Willis, Morgan Freeman, Helen Mirren o John Malkovich (¡!), todos ellos pasándoselo pipa, restregándonos en las narices que además de ganar millones de dólares, los ganan divirtiéndose.

 Por tanto, si lo que queremos ver es una comedia de acción simpática, no está mal.

Ahora bien, ¿cómo adaptación? A todas luces, mediocre.

En todo caso, ante la última afirmación, habría que tener en cuenta los propósitos de sus máximos responsables. El mismo Warren Ellis, allá por 2009, advirtió que Summit Entertainment había adquirido los derechos, y ya avisó que la intención eran hacer una película “menos cruda, más ligera y más divertida. No mentía, pues el resultado que tenemos hoy en las pantallas es tan soft que incluso Daredevil (2003) parece una apología del sadismo y la oscuridad. Y eso que, salvando las distancias, el cómic estaba en la línea de gente como Mark Millar

Por lo demás no hay mucho que criticar en algo como Red. Es lo que es, dirán algunos. Y no les falta razón. Es otra de esas película/fiesta de coleguitas, con presupuesto más ajustado de lo que pudiera parecer (no por los efectos especiales, modestos, sino por la cantidad de estrellas involucradas) y con un argumento que importa bien poco. Lo mismo que Ocean´s Eleven (2001). O bien, un producto “majo” para fans completistas de las estrellas involucradas. Una golosina visual que se tarda menos en olvidar que en visionar, pero que, según como te pille el día, te sentará muy bien, bien, normal o te dejará indiferente. Pero no hace daño, vaya.

Lo mejor, como era de esperar, es la labor de sus intérpretes. Ante esto, su director, un tipo con pinta de empollón llamado Robert Schwentke, tiene poco que hacer más allá del acción y el corten. Tiene su sentido sí comprobamos la filmografía anterior de Schwentke. Efectivamente, es uno de esos “artesanos bastardos” que cumplen con los plazos que ponen los estudios, ponen la cámara donde dice el guión técnico y poco más. Entre sus exitos se encuentran Plan de vuelo: Desaparecida (Fightplan, 2005) o Más allá del tiempo (The Time Traveller´s Wife, 2009). Para más inri, se encuentra inmerso en el rodaje de otra adaptación de cómic, en este caso, del también peliagudo R.I.P.D, que protagonizará Ryan Reynolds.

Pues nada, que los fans del cómic se lo lean de nuevo, y los que desconozcan el mismo, pasen un rato agradable acompañados de palomitas. Siempre será un placer ver a Bruce Willis repartir mamporros con su gesto cínico, o a John Malkovich correr por las calles con un misterioso cerdo de peluche.

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