miércoles, 26 de mayo de 2010

El príncipe de Persia, las arenas del tiempo (Prince of Persia: Sands in Time, 2010)


El príncipe de Persia, más conocido según su titulo original, Prince of Persia, es una saga de videojuegos iniciada en 1987, y que sigue ofreciendo juegos en la actualidad. A medio camino entre el género de plataformas y la aventura de acción, elementos en mayor o menor grado según cada titulo, el éxito cosechado a lo largo de los años ha sido más que notable. No obstante, las últimas entregas creadas para la nueva generación de consolas no han tenido el éxito esperado ni tampoco han sido recibidas con entusiasmo por la crítica ni los fans. Esto pudiera dar a pesar que no era el mejor momento, al menos en cuanto a popularidad de la saga, para lanzar la adaptación al celuloide. Sea como sea, El príncipe de Persia, las arenas del tiempo, ha llegado a las salas. Claro que, una vez vista, queda entendido que el interés de sus responsables no se encuentra tanto en adaptar el material original, sino en ofrecer una película de aventuras y efectos especiales siguiendo el “estilo” de las franquicias iniciadas por La momia (The Mummy, 1999-2008) o Piratas del Caribe (Pirates of the Caribbean, 2003 - ¿?). Con esto me refiero a que no se sigue un patrón para adaptar nada en concreto, aunque es cierto que la esencia de los videojuegos, en su traspaso al cine, se acerca en algo al camino elegido.


Producida, sin escatimar en gastos (aunque los 150 millones de dólares que dicen haber costado no se ven demasiado en pantalla) por Jerry Brukheimer, la dirección fue cedida erróneamente a Mike Newell. Y digo por error, porque ya demostró en la soporífera Harry Potter y el cáliz de fuego (Harry Potter and the Globet of Fire, 2005), su única aproximación previa al cine blockbuster, que no era capaz de llevar a cabo un producto de éstas características, y menos gastar de forma coherente el gran presupuesto asignado. En El príncipe de Persia ocurre algo similar en lo del presupuesto, aunque, menos mal, su pulso resulta más ameno (aunque demasiado artificioso y a veces brusco) gracias sobretodo a un guión que, sin ser nada del otro jueves y recurrir una y otra vez a frases mongólicas, construye una fresca historia de aventuras cuyo visionado no molesta, aunque sea olvidado antes de llegar a casa. La elección de los protagonistas no va desencaminada. Tanto Jake Gyllenhaal como Gemma Arterton dan el pego en sus personajes (el príncipe del titulo, de nombre Dastan, y la princesa Tamina), aunque tampoco se esfuercen en interpretar más allá de pasarlo bien hasta cobrar el cheque. Lo mismo se podría decir de Ben Kingsley en el rol de villano.


Lo bueno de El príncipe de Persia es que, si entramos en comparaciones con otras adaptaciones de videojuegos, tiene las de ganar. En general, la calidad de estas propuestas siempre ha dejado mucho que desear. Tal vez el primer Resident Evil (2002), aunque no como adaptación, o Silent Hill (2006), hayan ofrecido algo más digno de lo normal. Se podría decir que El príncipe de Persia, sin pasar de ser correcta si no vamos con exigencias, entra en esa línea minoritaria de películas basadas en videojuegos que no resultan insultantes. Luego entrarán los puristas del juego y demás a comentar desde su punto de vista fan (efectivamente, no soy un aficionado a la saga), pero como cine de aventuras “para pasar el rato”, de ese que nos tragamos sin problemas en las sobremesas del fin de semana, no se puede pedir mucho más, ni tampoco más violencia en los enfrentamientos (el nombre del tito Walt Disney aparece en los créditos) ni un mayor desglose de los derroteros interiores de sus protagonistas. Es lo que es, y lo que es tampoco está mal, aunque no me acuerde a penas de una escena. Habrá que esperar a las adaptaciones de Bioshock o Gears of War para ver si definitivamente hacen justicia a los grandes juegos del ocio electrónico.

Valoración (0 a 5): 2,5



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