viernes, 30 de abril de 2010

Bienvenidos a Zombieland (Zombieland, 2009)


Cuando un género o subgénero es tan explotado, y muchas veces mal, como en este caso el de los zombis, las parodias no tardan en llegar. A lo largo de los años se han creado unas cuantas que han pasado al olvido, aunque siempre recordaremos los buenos momentos que aportaron El regreso de los muertos vivientes (Return of the Living the Dead, 1985) y su primera secuela, La divertida noche de los zombis (Return of the Living Dead: Part II, 1988), pero sobretodo esa obra maestra que es Braindead, tu madre se ha comido a mi perro (Braindead, 1992)  Hasta el nuevo siglo, éstas películas, al menos para el aficionado, estaban consideradas como los principales exponentes de parodia zombi. Pero, allá por 2004, un joven director ingles llamado Edgar Wright se sacó de la manga no solo la mejor parodia sobre zombis (con permiso de Braindead) que el aquí firmante conozca, sino también una de las mejores aportaciones al tema, ya sea en serio o en broma. Su (horripilante) titulo en España fue Zombis Party, aunque prefiero olvidarlo y quedarme con el original Shaun of the Dead. Parece que con Zombieland los americanos buscaron una respuesta, igual de talentosa y sin dejar de respetar al aficionado, a la de Wright. Si lo han conseguido o no, es cuestión de perspectivas personales. Y es que Zombieland ha sido aplaudida desde su estreno, y ya se ha creado un pequeño culto. En lo que a mí respecta, anticipo que, aún tratándose de una buena y digna aproximación, no hay comparación con la citada Shaun of the Dead. No obstante, tampoco hay que andar con odiosas comparativas.


Zombieland es una de esas películas con humor grueso que, sin embargo, siempre se siente como calculado e inteligente. Los diálogos funcionan. Es buena idea, y también es buena su plasmación en pantalla, lo de enumerar las reglas de supervivencia. En cierto modo recuerda al famoso libro Manual de supervivencia zombie. La dirección de Ruben Fleischer es fresca y dinámica, manejando a su antojo las imágenes sin por ello resultar pretencioso. Claro que el guión no sería igual de eficaz en pantalla si no fuese por el casting elegido. Un recuperado Woody Harrelson se encarga de un personaje ya de por si agradecido. Y bueno, Jesse Eisenberg no cae mal, y Emma Stone aporta el concepto “tía buena”, pero juntos tienen menos química que una patata asada con kétchup. También tenemos por ahí a la niñita Abigail Breslin, revelación de Pequeña Miss Sunshine (Little Miss Sunshine, 2006). En cuanto al reparto, ninguno de ellos puede hacer nada ante la sublime aparición de un Bill Murray colosal. Su aparición especial deja claro que, no sé que coño tendrá este actor, pero sin apenas gesticular y soltando dos o tres frases, consigue los mejores minutos de la película.


El que Zombieland no sea redonda se debe a que funciona más como película de gags que en conjunto. Muchos momentos resultan simpáticos, entretenidos, pero solo hay tres que demuestran el potencial que tenía de base: la escena del supermercado, la citada aparición estelar y el loco clímax final en el parque de atracciones, valen por sí solos el visionado. El resto se ve con agrado pero, y vuelvo por un segundo a las comparaciones, con menos entusiasmo que los excepcionales noventa minutos de su rival más directo, Shaun of the Dead.
Asi que, mientras Fleischer y los suyos preparan la secuela, nos quedamos con los consejos de la primera en caso de que en 2012 los zombis se hagan con el mundo: hacer ejercicio, no seais racanos con las balas y nada de haceros el héroe…a no ser que la ocasión lo merezca.

Valoración (0 a 5): 3

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