jueves, 21 de mayo de 2009

Tetralogía zombie: 1968 - 2005

El subgénero de los muertos vivientes ha dado mucho de sí desde que George A. Romero lo instaurara con La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, 1968). Pero de entre cientos de propuestas, solo unas pocas son la privilegiadas de poder estar en la memoria de todo fan de este cine. Se ha hecho mucha morralla, pero entre el tumulto también hay sorpresas, cosas interesantes, y finalmente aquellas que nos han hecho amar el cine de zombis. La trilogía zombi de Romero, iniciada por la citada La noche de los muertos vivientes, seguida de Zombie (Dawn of the Dead, 1978) y El día de los muertos (Day of the Dead, 1985) supone no solo uno de los mejores ejemplos dentro del subgénero, sino también el modelo que creó escuela y que resulta de visionado imprescindible para todo aquel que se quiera iniciar en este particular mundillo cinéfago. Pero antes de que Romero dictara su manual en celuloide, los muertos vivientes ya habían hecho acto de presencia en la gran pantalla en varias ocasiones, aunque nunca de la forma en que los mostró él. De este modo, White Zombie (ídem, 1932) o Yo anduve con un zombie (I Walked with a Zombie, 1943) dieron previamente el pistoletazo de salida, anticipando lo que estaba por venir. La principal diferencia es que los muertos vivientes de Romero incurrían en el canibalismo, que era mostrado de forma explicita provocando un impacto total en las salas de cine de la época. Se puede decir, por tanto, que lo que Romero inauguró fue el subgénero del zombi caníbal, que es el que nos persigue en práctica totalidad hasta el día de hoy.

La noche de los muertos vivientes nació como una película independiente, con un presupuesto ínfimo de ciento catorce mil dólares. Rodada en blanco y negro para abaratar costes (aunque precisamente tal formato le dio gran parte de la entidad que persiste actualmente en la obra), La noche de los muertos vivientes asaltó las taquillas mundiales sin piedad, recaudando alrededor de cuarenta millones de dólares, por lo que se puede considerar una de las películas de terror más rentables de la historia. Romero nos ponía en situación desde el primer minuto. A plena luz el día, dos personajes en un cementerio y una figura extraña andando alrededor de ellos. Sus pasos son torpes, y aunque lento, cada vez se encuentra más cerca. Esta secuencia vale por si misma para entender el porqué Romero siempre ha preferido que sus zombis caminen despacio, en lugar de darse las carreras de los nuevos no muertos (o, como se dice ahora, infectados). Un zombi con capacidad de correr a gran velocidad no serviría para crear tanta tensión en dichos minutos, y el lento avance posterior cuando los protagonistas se encuentran encerrados en la casa contrasta con el impacto de su llegada y entrada por los huecos más débiles. Es por ello que más que acción, lo que hay en La noche de los muertos vivientes es suspense, angustia y desasosiego. Todo redondeado con un final antológico. No se sabe si consciente o inconscientemente (el propio Romero afirmó que no tenia ninguna intención en la película de mostrar critica social, aunque vete a saber), pero La noche de los muertos vivientes levantó un debate sobre su supuesto mensaje antirracista. Sea como sea, lo que esta claro es que, sino fue en este momento, el director si tenía planes sociales, y mucho más obvios, para las dos siguientes entregas.
Diez años después, en color y con todo lujo de detalles gore, Romero se puso manos a la obra con la que se convertiría en la favorita de muchos de los fans. Hablo, por supuesto, de Zombie, también conocida en castellano como El crepúsculo de los muertos vivientes. Otro cineasta del género de terror en pleno apogeo, Dario Argento, se sumó al proyecto. Éste último en la labores de producción, además de hacer una llamada a su grupo de rock favorito, Goblin, para que pusieran su música en la banda sonora. Con bastante más presupuesto (se dice que alrededor del millón y medio de dólares), y con un sitio privilegiado en el cine de terror para muchos adeptos, Romero decidió cambiar las tornas. Esto es, si en La noche de los muertos vivientes primaba el suspense por encina de la acción, para Zombie lo tuvo claro desde el principio: acción frenética y gore a mansalva. Pero no se olvidó de aportar la atmósfera lúgubre y malsana de la anterior. Tan solo la mueve de sitio y lo multiplica por dos, o tres o varias veces más. Pasamos de un viejo caserón perdido en el bosque a un gran centro comercial como escenario del asedio zombi. Pasamos de un grupo reducido de muertos vivientes a centenares de ellos. Aquí, el peligro ya radica unicamente en salvarse de unos cuantos caníbales resucitados, sino en salvarse del propio planeta en el que vivimos, en el que, a esas alturas, la epidemia no cesa. Misión prácticamente imposible. Zombie tuvo dos montajes diferentes, el primero (de Romero) que se estrenó de forma comercial en Estados Unidos, y el de Argento, con algunos minutos menos y varias escenas alteradas, así como algunos compases de la banda sonora, para su estreno fuera de allí (el que se pudo ver en España, vaya). Vistos los dos, la verdad es que el primero resulta más satisfactorio en conjunto, y también más coherente. Ambos montajes se pueden encontrar por la red. Y también se encuentran editados en dvd.

Y aquí llega la discrepancia de muchos. El día de los muertos inesperadamente se convirtió en la película más polémica de la trilogía, al menos en el sector fan. El tiempo la ha ido poniendo en el buen lugar que merece, pero en su momento parte de la audiencia la vio como una decepción después de sus dos clásicos precedentes, aunque la otra mitad la aplaudió como la película más personal y redonda de las tres. Yo soy de los segundos. Y eso que cuando vi por primera vez, digamos que hace una década, mi impresión sobre ella fue nefasta. Pero las cosas cambian, y madurando año tras año en el subgénero y en el cine en géneral, uno se da cuenta de las muchas virtudes de esta obra maestra, sin duda la mejor de la ya de por si excelente trilogía. Esta vez, la humanidad se encuentra sumida en el caos. Un grupo de supervivientes se esconde en un bunker militar situado bajo tierra, en el que varios miembros del ejército han tomado el control. Un mad doctor investiga con uno de los zombis capturados, para comprobar hasta donde son capaces de llegar éstos e intentar buscar un remedio. Tarea inútil. Si en Zombie la acidez intrínseca en la historia cargaba contra el consumismo (los zombis se dirigen en masa al gran centro comercial, lugar que les trae recuerdos de gran parte de su existencia) en esta ocasión lo hace contra el belicismo descabellado y el triste destino de los humanos, capaces de discutir, pelearnos e incluso matarnos entre nosotros en una situación en la que deberíamos encontarnos más unidos que nunca. Para El día de los muertos, que contó con el mayor presupuesto de la trilogía, se crearon los efectos gore más brutales, realistas y explícitos vistos hasta el momento en la gran pantalla (motivo de censura para el clímax final, aunque es fácil encontrar por la red la versión sin cortes). Al final disfrutamos de veinte minutos absolutamente geniales, en los que el genio de los trucajes sanguinolentos, Tom Savini saca a relucir todo su arsenal.

Hasta hace cuatro años, todo lo anterior era conocido como la trilogía zombie por antonomasia, y más en concreto como la trilogía zombie de Romero. Pero (aunque algunos decepcionados por el resultado aún no lo quieran asumir) pasó a ser una tetralogía con La tierra de los muertos vivientes (Land of the Dead, 2005). Romero, ya entrado en años, por seguir rentabilizando lo que mejor se le ha dado hasta la fecha vio un buen momento para continuar su mítica serie. Desde que se estrenara 28 días después (28 days later, 2002) el subgénero parecía haber resucitado para gran pantalla, tanto en la taquilla como en lo artístico. Claro que, lo que la moda imponía eran zombis rápidos, montajes cercanos a la epilepsia y acción. De todo esto, Romero solo se quedo con lo último. De hecho, se puede decir que si en El dia de los muertos regresó al tempo más pausado de La noche de los muertos vivientes, aquí lo hace con el estilo action movie de Zombie. Pero los tiempos han cambiado, y la acción ya no se centra en el presente, sino en el futuro. Una sociedad en pobreza que convive con los zombis, utilizándolos de atracciones de feria para disfrute de sus bajos instintos. Todo ello gobernado por un corrupto personaje al que Romero parece otorgar rasgos del mismismo George W. Bush. Hay zombis, hay escenas gore, y hay acción. La tierra de los muertos vivientes es entretenida, pero nada más. Se encuentra lejos de los logros de las tres anteriores, y es la confirmación definitiva de que los mejores tiempos de Romero ya pasaron.

No obstante, el cine de zombis para Romero, aunque apartado de la saga, sigue siendo fuente de ideas. Hace poco pudimos ver la irregular El diario de los muertos (Diary of the Dead, 2008), que, se supone, llegará a los cines españoles después de numerosos retrasos. Y ahora mismo se encuentra enfrascado en el rodaje de una propuesta, aún sin titulo, cuya acción se situará en una remota isla en la que, efectivamente, los zombis tendrán mucho que ver en el devenir de los acontecimientos.
Para terminar, citar los remakes surgidos a raíz de la saga. Especial curiosidad supone La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, 1990), dirigida, cambiando el blanco y negro por el color y añadiendo mejores efectos gore, nada menos que por Tom Savini. Pero sobretodo Amanecer de los muertos (Dawn of the Dead, 2004), remake por el que, a priori, nadie daba un duro, pero que terminó sorprendiendo a medio mundo y convirtiéndose en una de las mejores películas de zombis de la historia. Eso si, huir tan lejos como podais de Day of the Dead (2008). Aún nos quedaría un experimento curioso como Night of the Living Dead 3d (ídem, 2006), pero quien sabe en que estanterías mugrientas se podrá encontrar.

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