jueves, 22 de enero de 2009

La sombra de Lester (Quando Alice Ruppe Lo Specchio, 1988)


Un psicópata asesina y descuartiza mujeres de mediana de edad de clase alta, generalmente viudas. Cuando la policía empiece a sospechar de él, su locura ira más allá de sus propios actos.
Si en algo se diferencia el maestro Fuli de otros compañeros italianos de su etapa, es el toque malsano y realmente sucio que aporta a sus películas. Pasando su mejor racha, lo volvió a intentar con La sombra de Lester, también conocida en España como Cuando Alicia rompió el espejo (que, no obstante, es la traducción de su titulo original). No es de sus mejores películas, pero ese confuso tono, que convierte una película, a priori, de terror (con emulo de giallo) en una comedia negra descaradamente macabra, conduce la propuesta a otro nivel. Aquí las victimas no son las típicas jovencitas espectaculares, sino mujeres de mediana edad, con defectos físicos siempre presentes (incluso la ultima, mas curvilínea, tiene en el labio superior una mancha más desagradable que Isabel Coixet). Pero, por mucho que Fulci se arrope esta vez en el humor negro y pase un poco del terror sin concesiones, lo que no cambia es su enfoque de la violencia: asesinatos en primer plano, explícitos, con altas dosis de gore y mala leche (atención al que comienza con un palo y termina en un horno).

Pese a que la primera hora de La sombra de Lester apunta cada vez más interesante, en el desenlace al mítico director parece írsele la olla. ¿A que vienen esas divagaciones pseudo pretenciosas y metafísicas en plan metáfora? Quizá el tono cómico (dentro de lo malsano) de lo visto anteriormente era, precisamente, una excusa para mostar el desconcierto del personaje en el ultimo tercio, pero lo cierto es que, como si de un Patrick Bateman venido a menos se tratase, el Lester del titulo y su inminente desdoblamiento (y humillación) interior ante el inevitable desenlace de su vida no termina de cuajar. No obstante, La sombra de Lester tiene todos los ingredientes para gustar a un seguidor de su director, así como a los fans del gore italiano de los ochenta. Podría haber sido mejor, pero para nada es prescindible.

Lo mejor: Fulci no escatima en violencia explicita y malsana, convirtiendo los crímenes en una orgia bizarra de (buen) mal gusto alineada con inesperados toques de humor negro.

Lo peor: El último tercio, que no termina de encajar dentro de la propuesta.

Valoración (0 a 10): 6,5

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